miércoles, 17 de julio de 2013

Capítulo 21

-Ainé, Ainé, despierta. Son las doce y media, es hora de levantarse – decía una voz familiar mientras una mano me acariciaba el brazo suavemente.


Decidí abrir los ojos y el exceso de luz hizo que los volviese a cerrar rápidamente. Volví a intentarlo una segunda vez pero abriendo los ojos más despacio y sin llegar a abrirlos del todo. Lo primero que hice fue mirar a aquella persona que me había despertado: Andy. Después, decidí mirar a mi alrededor. Estaba tumbada en el sillón de la casa de los chicos, rodeada de vasos vacíos y platos en los que todavía quedaban restos de tarta.


-¿Qué..? ¿Qué…? – dije a Andy con una voz más grave de lo normal. Odiaba mi voz por las mañanas.

-Tranquila, estás en mi casa, bueno, nuestra casa. La fiesta terminó muy tarde y pensamos que sería mejor que te quedases a dormir.

-¿Y los demás?

-¿Los chicos, dices? Están en sus habitaciones durmiendo, menos Adam, que salió hace una hora a recoger unos papeles que necesitamos para el viaje.

-¿Y las chicas?- le hice sitio a Andy en el sillón ya que el interrogatorio iba para largo. No me acordaba mucho de lo que había pasado la noche anterior.

-Andrea se fue no muy tarde, la llevó un viejo amigo mío a casa, tranquila, está bien. La dije que me mandara un mensaje de que había llegado sana y salva.

-Qué buen anfitrión de fiestas estás hecho. Gracias por todo, por preocuparte por Andrea, por mi y por…. Espera, no has dicho nada de Irene.

-Ah, bueno, Irene… está en buenas manos – dijo mientras señalaba al pasillo de la casa al que daban sus habitaciones.

-¿HA DORMIDO AQUÍ?

-Sssssssh, baja la voz, que algunos todavía siguen durmiendo.

-Perdón – dije susurrando - ¿Intentas decirme que Irene ha dormido aquí?

-No lo intento, lo he hecho. Está con Ryan.

-¿Qué qué? – mis ojos se abrieron como platos para mirar a un sonriente Andy.

-Son mayorcitos, pueden hacer lo que quieran.

-Osea que han…

-No tan rápido enana, que haya dormido aquí no quiere decir que hayan hecho nada…malo.

-Lo siento, por las mañanas no razono bien hasta que me tomo mi vaso de café.

-Si, va siendo hora de desayunar.


Andy me ayudó a levantarme y fuimos a la cocina. Mientras desayunábamos, Andy me fue contando lo que había pasado en la fiesta. Al parecer, al poco de llegar Andrea e Irene a la fiesta, apareció Tyler. Los chicos pensaron que estaría bien invitarle ya que era la “pareja oficial” de Andrea. Según Andy, cuando le vi entrar, me fui directa a la cocina y me hice con una botella de Vodka rojo. Andy me quitó la botella cuando iba por la mitad, pero ya me había hecho efecto. Irene había pasado toda la noche con Ryan, hablando y tonteando mientras que Andrea estaba con Tyler.


-¿Te suena algo de lo que te estoy contando? – dijo Andy mientras se comía la última galleta del paquete.

-Recuerdo a Joel diciéndome que era mejor que me fuese a casa, pero yo no quise. También me suena bailar con alguien encima de una mesa – dije avergonzada.

-Fueron los cinco minutos más entretenidos de la fiesta. ¿Te gustó mi bailecito, eh?

-¿Fuiste tú? Menos mal, me había empezado a asustar… Bueno, cuéntame todo lo que hice mal.

-Después de la tarta y demás, sólo quedamos nosotros cuatro, vosotras tres y Tyler. Decidimos hacer una ronda de chupitos y después otra, y otra. Todo acabó en una ronda de “yo nunca he”… lo pasamos bien. Luego llegó la hora de jugar a la botella y… bueno… asustaste a Joel con tu… pasión. Pero cuando nos llegó el turno, a mi no me pareció que te pasaras. Fue una buena noche – dijo sonriendo.


Me quedé pálida. No sabía cómo actuar. Tendría que disculparme con más de una persona…


-¡Inocente!

-Espera… ¿QUÉ?

-La parte de los chupitos es cierta, pero solo quedábamos nosotros cuatro, tu prima y tú. Y lo de la botella es menitra.

-¡Eres un capullo! ¡Te vas a enterar! – dije abalanzándome sobre él. Empecé a hacerle cosquillas y, cómo no, ambos acabamos en el suelo, riéndonos – Te odio.

-Yo también enana, yo también.


Después de recoger lo que habíamos utilizado en el desayuno, decidimos recoger un poco la casa. Una vez pusimos todo en su sitio, decidimos que era hora de despertar a los demás. Antes, hice una paradita en el baño, ya que, como había supuesto, tenía el maquillaje corrido.

Entramos en la habitación de Joel, parecía que le habían tirado encima de la cama, y que no hubiese tenido fuerza suficiente como para meterse dentro o si quiera, ponerse el pijama. Dejé a Andy que le despertase, ya que había sido idea suya despertarlos. Se acercó lentamente a su oído, y le metió su dedo, el cual, se había chupado antes. Era repugnante, pero al parecer, también era efectivo. En el momento en el que su dedo tocó a Joel, éste dio un salto.


-Buenos días – dijo Andy mientras se subía a la cama y empezaba a saltar en ella.

-¡Imbécil! Bajate de mi cama.




-Buenos días Joel – dije asomándome por la puerta.

-Oh, buenos días Ainé. ¿Qué…qué tal? – dijo con voz de dormido.

-Bien, con lagunas sobre lo de ayer, pero bien. Andy, vamos, deja que se levante el solito. Creo que es capaz de hacerlo sin ayuda, ¿no? – solté entre carcajadas – Venga, que todavía queda lo más gracioso. Vamos, vamos.


Al llegar a la puerta de Ryan hicimos la cuenta atrás para entrar.


-Tres…

-Dos…

-¡UNO! –dijimos a la vez mientras entrábamos corriendo y asaltábamos la cama de Ryan. Ambos estaban durmiendo tranquilamente, pero no iban a durar así durante mucho tiempo.

-¡GUERRA DE ALMOHADAAAAAAS!





-¿Qué…? – dijo Ryan, antes de que Andy le diese en la cara con la almohada.

-Buenos días princesa – le dije al oído a Irene – Espero que hayas dormido bien porque… ¡esto es una guerra!


A los dos minutos éramos Andy y yo contra unos Ryan e Irene algo dormidos, pero espabilados. La guerra acabó en empate, con la habitación destrozada, y los cuatro tirados por el suelo.

Comimos los seis juntos, unos macarrones que Andy y yo preparamos. Después, llegó la hora de irse a casa, a descansar un poco. Este fin de semana había que preparar todo para el viaje.

El fin de semana se pasó demasiado rápido. Hice la maleta, preparé el pasaporte, el DNI, todo. Llevaba todo tipo de ropa: formal, informal, de invierno y de verano. No sabía qué iba a hacerme falta cuando estuviese en Los Ángeles…Los Ángeles, todavía no asimilaba que me fuese a ir con los chicos como su manager a grabar un videoclip… Tuve una pequeña charla con Tyler en la cafetería en la que trabajaba. Me dijo que me había comportado de una forma extraña en la fiesta pero que no le había molestado nada, ya que casi no hablé con él. Eso me alegraba, no quería estropear las cosas. Estábamos bien… o eso creía.


Domingo por la noche. Revisé la maleta varias veces, la mochila que llevaría a mano otras cuantas, y dejé preparada la ropa del día siguiente para no perder tiempo. 





Había quedado con los chicos en el aeropuerto a las 7 AM, y el avión salía a las 9:30 AM. En el aeropuerto teníamos que tener una pequeña reunión de equipo… qué raro sonaba todo. Antes de acostarme, decidí mandarle un mensaje a los chicos, pero se me adelantaron. Andy me mandó unos… treinta mensajes que ponían: “prepárate para volar, mañana nos vamos a LOS ÁNGELEEEEES”. Se notaba que estaba emocionado. Joel me mandó uno diciendo que si llegaba al aeropuerto y no los veía, que me sentase, que siempre llegaban tarde a las cosas el grupo. Qué profesionales. El mensaje de Ryan me hizo mucha gracia. Me dijo que no me olvidase nada, que si yo no iba, no había manager y no podrían hacer el videoclip, pero que no había presión. Adam simplemente me dio las gracias por ayudarlos a convertir su sueño en realidad. Agradecí este último, puse el móvil en silencio y apagué la luz. Mañana iba a ser un gran día, sin duda.